Lamentablemente no
había tenido la oportunidad de continuar con el blog, en estos momentos y a pesar de pasar más de
un año continuaré relatando mi experiencia que se ha extendido hasta Buenos
Aires Argentina, que es donde me encuentro actualmente.
Como comentaba; la
experiencia en el barco es única por la diversidad ecológica que puedes observar
en las laderas del rio más caudaloso del mundo y además pulmón verde de nuestro
planeta.
Llegamos a Manaos
alrededor de las 8 de la noche del día martes; como ya era tarde, no estábamos
preparados para buscar hotel. Aquí hay que aclarar que el muelle o puerto de
los barcos queda en el centro de Manaos, lo que implica tener precaución para
transitar por dicha zona sobretodo en horas de la noche. Decidimos entonces
pedir permiso al capitán y trabajadores del barco para que nos dejaran quedar
dentro de éste para dormir y poder pasar la noche; en ese momento era mucho más
seguro que buscar hospedaje a esa hora.
Al día siguiente
decidimos salir en busca del hotel, no sin antes apreciar como los delfines
jugaban al lado de nuestra embarcación. Es algo que para nuestra lógica
citadina no es tan real.
Ese día decidimos
salir temprano para tener tiempo de buscar algún lugar donde pudiéramos dejar
nuestras maletas y así tener tiempo de tomarnos algunas fotos y comprar los
tiquetes aéreos que nos llevara hasta Rio de Janeiro.
Nos unimos con los
el grupo de extranjeros (el español, el estadounidense, el danés y nosotros dos
colombianos), para dejar las maletas en un solo lugar. Al salir del
embarcadero, tomas a mano derecha y subes en dirección al centro, cinco cuadras
aproximadas fueron necesarias caminar para encontrar el primer hotel. En este
lugar se pagaba aproximadamente 80 mil pesos colombianos por persona. Cómo uno
de los extranjeros se iba hospedar, aprovechamos y dejamos nuestras maletas con
él. (Recuerden que ya deben llevar sólo Reales para pagar en este lugar).
Manaos es una
ciudad intermedia con 1.862.000 habitantes, comercialmente una de las más importantes
de Brasil; ya que muchas de sus importaciones, producción y distribución agrícola
y pesquera provienen de dicho lugar.
En el momento que
lo visitamos pudimos ver pocos lugares turísticos como el Teatro Amazonas y la
Iglesia de San Sebastián; no pudimos observar el estadio, ya que estaba en
reconstrucción por ser una de las Sedes para el Mundial 2014.
El Clima está
alrededor de los 29 grados, al momento que nos encontrábamos en la capital del
Amazonas nos encontramos con una sensación térmica a los 35 grados
aproximadamente.
Recorrimos el
centro y es muy similar a San Victorino en Bogotá o por la zona de “El Hueco”
en Medellín combinado con las galerías que encontramos en casi todos los
pueblos de Colombia, con la única diferencia que se habla en su totalidad en
portugués y pocas veces te entienden lo que dices. Otra recomendación, un
comerciante brasileño casi nunca reduce el precio de lo que tiene publicado;
menos si eres extranjero, aunque hay casos como el mío en que la constancia da
sus frutos jajajaj.
Todo el día
recorrimos la ciudad, compramos nuestros pasajes por Azul, que es una de las
Aerolíneas más económicas en Brasil, encuentras también Voe Gol y Tam, entre
otras. El pasaje nos costó alrededor de 700 mil pesos colombianos (700 reales
los dos pasajes), algunas veces sacan promociones donde te sale por menos de la
mitad, por ello es importante comprarlo con anticipación; sin embargo, nosotros
no lo hicimos porque no sabíamos con exactitud el día de llegada.
Nos despedimos
entonces de nuestros amigos extranjeros, algunos continuaban su travesía por el
río hasta Belém en el estado de Pará donde el Amazonas se une con el océano
Atlántico. Algunos hacen toda la travesía desde Iquitos en Perú, pasando por
Leticia hasta llegar a la Ciudad de Belén donde desemboca el Rio Amazonas;
según relatos, todo el trayecto tarda un poco más de ocho días.
El amigo español
tomó avión hasta Sao Luis de Maranhao, allí continuaba en bus su viaje hasta Recife
donde se encontraba con su amada brasileña. Aclaro que él lo hizo porque quería
conocer esa parte del litoral atlántico brasileño, donde están los arraigos
culturales más marcados, su música, el mestizaje, la cultura y el sabor propio
del pueblo colonizado por portugueses están allí. Dato importante: para un brasileño
el carnaval más grade es el de Salvador de Bahía y no el de Rio de Janeiro.
En un futuro pienso
realizar ese mismo viaje desde Belém hasta Rio de Janeiro en bus por toda la
costa Atlántica, mientras tanto voy nutriendo mis nalgas para soportar dicho
viaje.
Decidimos entonces
abordar el vuelo de Azul cerca de la media noche hora de Manaos, que tiene una
diferencia horaria con Rio de 2 horas en horario de verano y en invierno es de
una hora. Brasil por ser tan extenso tiene diferente zonas horarias.
Llegamos a Rio de
Janeiro alrededor de las 6 de la mañana, lo más maravilloso fue cuando el avión
en el que viajábamos pasó extremadamente cerca del Cristo Corcovado, tal cual
como se ve en las películas. No lo podía creer, el sueño y lo que tantas veces
veía imposible cuando niño, lo tenía ante mis ojos… Se había cumplido y mis lágrimas
brotaron en honor al sacrificio que había tenido para lograrlo.
Llegamos al
Aeropuerto Santos Dumont, que se encuentra dentro de la Ciudad de Rio de
Janeiro (Aquí podes tomar buses para toda la ciudad, ya que está cercano al
barrio de Flamengo y al centro de la ciudad carioca), es el Aeropuerto local;
mientras que es Galeao es el internacional y si no conoces muy bien el idioma
ni el lugar es mejor tomar taxi, ya que este último se encuentra en un
municipio metropolitano de Rio de Janeiro.
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