jueves, 4 de noviembre de 2010

TRAYECTO FINAL.

Lamentablemente no había tenido la oportunidad de continuar con el blog,  en estos momentos y a pesar de pasar más de un año continuaré relatando mi experiencia que se ha extendido hasta Buenos Aires Argentina, que es donde me encuentro actualmente.

Como comentaba; la experiencia en el barco es única por la diversidad ecológica que puedes observar en las laderas del rio más caudaloso del mundo y además pulmón verde de nuestro planeta.
Llegamos a Manaos alrededor de las 8 de la noche del día martes; como ya era tarde, no estábamos preparados para buscar hotel. Aquí hay que aclarar que el muelle o puerto de los barcos queda en el centro de Manaos, lo que implica tener precaución para transitar por dicha zona sobretodo en horas de la noche. Decidimos entonces pedir permiso al capitán y trabajadores del barco para que nos dejaran quedar dentro de éste para dormir y poder pasar la noche; en ese momento era mucho más seguro que buscar hospedaje a esa hora.

Al día siguiente decidimos salir en busca del hotel, no sin antes apreciar como los delfines jugaban al lado de nuestra embarcación. Es algo que para nuestra lógica citadina no es tan real.
Ese día decidimos salir temprano para tener tiempo de buscar algún lugar donde pudiéramos dejar nuestras maletas y así tener tiempo de tomarnos algunas fotos y comprar los tiquetes aéreos que nos llevara hasta Rio de Janeiro.

Nos unimos con los el grupo de extranjeros (el español, el estadounidense, el danés y nosotros dos colombianos), para dejar las maletas en un solo lugar. Al salir del embarcadero, tomas a mano derecha y subes en dirección al centro, cinco cuadras aproximadas fueron necesarias caminar para encontrar el primer hotel. En este lugar se pagaba aproximadamente 80 mil pesos colombianos por persona. Cómo uno de los extranjeros se iba hospedar, aprovechamos y dejamos nuestras maletas con él. (Recuerden que ya deben llevar sólo Reales para pagar en este lugar).

Manaos es una ciudad intermedia con 1.862.000 habitantes, comercialmente una de las más importantes de Brasil; ya que muchas de sus importaciones, producción y distribución agrícola y pesquera provienen de dicho lugar.

En el momento que lo visitamos pudimos ver pocos lugares turísticos como el Teatro Amazonas y la Iglesia de San Sebastián; no pudimos observar el estadio, ya que estaba en reconstrucción por ser una de las Sedes para el Mundial 2014.

El Clima está alrededor de los 29 grados, al momento que nos encontrábamos en la capital del Amazonas nos encontramos con una sensación térmica a los 35 grados aproximadamente.
Recorrimos el centro y es muy similar a San Victorino en Bogotá o por la zona de “El Hueco” en Medellín combinado con las galerías que encontramos en casi todos los pueblos de Colombia, con la única diferencia que se habla en su totalidad en portugués y pocas veces te entienden lo que dices. Otra recomendación, un comerciante brasileño casi nunca reduce el precio de lo que tiene publicado; menos si eres extranjero, aunque hay casos como el mío en que la constancia da sus frutos jajajaj.

Todo el día recorrimos la ciudad, compramos nuestros pasajes por Azul, que es una de las Aerolíneas más económicas en Brasil, encuentras también Voe Gol y Tam, entre otras. El pasaje nos costó alrededor de 700 mil pesos colombianos (700 reales los dos pasajes), algunas veces sacan promociones donde te sale por menos de la mitad, por ello es importante comprarlo con anticipación; sin embargo, nosotros no lo hicimos porque no sabíamos con exactitud el día de llegada.

Nos despedimos entonces de nuestros amigos extranjeros, algunos continuaban su travesía por el río hasta Belém en el estado de Pará donde el Amazonas se une con el océano Atlántico. Algunos hacen toda la travesía desde Iquitos en Perú, pasando por Leticia hasta llegar a la Ciudad de Belén donde desemboca el Rio Amazonas; según relatos, todo el trayecto tarda un poco más de ocho días.
El amigo español tomó avión hasta Sao Luis de Maranhao, allí continuaba en bus su viaje hasta Recife donde se encontraba con su amada brasileña. Aclaro que él lo hizo porque quería conocer esa parte del litoral atlántico brasileño, donde están los arraigos culturales más marcados, su música, el mestizaje, la cultura y el sabor propio del pueblo colonizado por portugueses están allí. Dato importante: para un brasileño el carnaval más grade es el de Salvador de Bahía y no el de Rio de Janeiro.

En un futuro pienso realizar ese mismo viaje desde Belém hasta Rio de Janeiro en bus por toda la costa Atlántica, mientras tanto voy nutriendo mis nalgas para soportar dicho viaje.
Decidimos entonces abordar el vuelo de Azul cerca de la media noche hora de Manaos, que tiene una diferencia horaria con Rio de 2 horas en horario de verano y en invierno es de una hora. Brasil por ser tan extenso tiene diferente zonas horarias.




Llegamos a Rio de Janeiro alrededor de las 6 de la mañana, lo más maravilloso fue cuando el avión en el que viajábamos pasó extremadamente cerca del Cristo Corcovado, tal cual como se ve en las películas. No lo podía creer, el sueño y lo que tantas veces veía imposible cuando niño, lo tenía ante mis ojos… Se había cumplido y mis lágrimas brotaron en honor al sacrificio que había tenido para lograrlo.
Llegamos al Aeropuerto Santos Dumont, que se encuentra dentro de la Ciudad de Rio de Janeiro (Aquí podes tomar buses para toda la ciudad, ya que está cercano al barrio de Flamengo y al centro de la ciudad carioca), es el Aeropuerto local; mientras que es Galeao es el internacional y si no conoces muy bien el idioma ni el lugar es mejor tomar taxi, ya que este último se encuentra en un municipio metropolitano de Rio de Janeiro.



Hemos llegado y a pesar del cansancio, aún tenemos fuerzas para reír, llorar,  y dar gracias por cumplir la meta y llegar a la Cidade Maravilhosa.

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